TARDE DE TOROS
Hoy he visto una corrida
de toros, que había en las Ventas,
y quiero dejar plasmado
lo que he sentido yo al verla.
Suena el clarín en la plaza,
y en el ruedo, ¡los toreros!
empiezan el paseíllo…
con su ritual eterno.
El mas “viejo” ¡va delante!
¡como manda el reglamento!
los demás, siguen el paso,
serios, recios y en silencio.
Los trajes, ¡bordado en oro!
¡brillan como los espejos!
el capote, ¡recogió!
en la cintura muy prieto.
En el corbatín, la imagen
con la virgen de sus rezos,
a quien besan y le rezan
antes que comience el reto.
Es el hombre frente al toro
¡bravura, y conocimiento!
que se miden, uno al otro
en la inmensidad del ruedo.
Se abre el portón de chiqueros,
y un toro ¡negro, muy negro!
sale corriendo…corriendo,
con el capote en la mano
sale a esperarle el torero.
Y su capote se abre,
¡como mariposa al viento.
Con una larga cambiada,
le recibe ya el torero…
y luego por “chicuelinas"
lo lleva al caballo presto.
El torero y su muleta,
¡ya están de nuevo en el ruedo!
y el paso doble, sonando…
y a ese son él, va rezando…
¡Es tarde de grana y oro!
en lucha brava y valiente
¡que es cosa de vida, o muerte!
Su brindis, ¡al respetable!
la montera lanza al aire,
y empieza por naturales
para dar paso al de pecho,
y terminar su “faena”
con una buena estocada
¡que el toro no sufra nada!
y su muerte sea certera.
Porque a ¡ningún buen torero!
le gusta que un toro bravo
¡muera de mala manera.