Alberto Escobar

Dejo un espacio...

 

Acostumbro a poner citas
menos esta vez. 
Dejo su espacio en blanco. 

 

 

Dejo un espacio.
Acumulo palabras sin sentido.
Las escribo sin distancia,
todas juntas, una a continuación
de la otra, y así se vuelven ininteligibles.
Paro tras el cansancio
que me proporciona esta frase,
paro para tomar conciencia, 
leer qué significa la amalgama
que acabo de poner sobre el blanco
inmaculado de una página. 
No entiendo nada. 
Decido separarlas, desconectarlas
como si fuera el pene de un perro
que queda enganchado tras la cópula,
decido indeciso, las leo y siguen sin sentido. 
Las borro solo con un click en la tecla
delete —mi indecisión llena la estancia—,
no acaba de atraparme esta manera de decir
la idea que tengo en la cabeza.
Voy asumiendo muy a mi pesar
que el impulso de escribir —ese \"elan vital\"
del que hablaba Bergson— se me va a negro,
perdiéndose en la bruma como el eco
de un transatlántico ya hundido, y pienso...
No entiendo nada. 
Vuelvo a emprender una frase —me rebelo—
y las palabras se me mezclan, unas sílabas
con otras, una nebulosa incandescente. 
Me doy por vencido, pulso el delete 
con una rabia inusitada que se traduce
en el rostro con un rictus quebradizo,
como dibujando un fracaso anunciado,
un \"sfumato diáfano, propio de Da Vinci. 
Saco la mirada de la pantalla, miro al ropero
que me queda a la derecha, después a la mesilla
de noche —aunque todavía es de día— y descanso
los ojos sobre una estantería que simula caoba. 
Sigo sin entener nada. 
Debo dejar un espacio, buscar detrás de las palabras, 
averiguar donde se encuentra el gazapo...
Debo volver a la quietud incontestable de mis libros,
no vertir más una sola letra que provenga 
de ellos, dejar todo lo que lea en un anonimato
profundo y continuado en el tiempo. 
Debo dejar tranquilas a las musas, son ya varios años...
Voy, ahora, en la brasa de este pensamiento,
a guardar en el ropero, dentro, que no se vean
al abrir y vestirme, las plumas, los folios en blanco,
la salvadera y la tinta, y dejar que esta, especialmente,
se seque, se haga costra, y se olvide de sí misma. 
Espero que todo sea un simple arrebato...