(Soneto)
Cuando deje de oír tu dulce risa…
Cuando deje de oler en cada verso
la fragancia del estro ya disperso
por las hojas versadas de tu brisa.
Ay, cuando ya no lea tu premisa.
Cuando me quede ciego en el adverso
cielo de nubes grises, sin lo terso.
Cuando me quede mudo y sin sonrisa…
Sabré que en mí ha muerto todo amor.
Sabré que se ha esfumado toda luz.
¡Goldmundo siempre, sordo, ciego y mudo!
¿Qué es el hombre incapaz de oler la flor?¿
Qué es el hombre en tinieblas, sin la cruz?
¿Qué seré sin amor?, nomás lo crudo.