Silencios de brisas marinas
con azules horizontes sin fin,
islas ausentes en náuticas cartas
blancas gaviotas surcando el mar.
Claros remansos recorriendo la arena
en surcos dorados buscando su albor,
y la luz de la luna en una noche clara
al borde del agua iluminando el amor.
Recuerdos de aquella mujer de la isla,
habitante de la arena, las palmeras y el sol
con una sed inagotable por la vida
que mi agua fresca nunca logró calmar.
Amor de otros tiempos,
tibios en la memoria del agua
en islas lejanas que asedian mis sueños
y que el paso de tiempo no me permite olvidar.
Nostalgias de un grumete varado en ese arenal,
recuerdos imperfectos de un imberbe marino
que aun hoy perduran en la memoria
de este viejo lobo de mar.