En el rincón del tiempo, donde el suspiro danzante,
El mundo es un telar, tejiendo hilos del ayer,
Bajo cielos que cambian como el lienzo itinerante,
Guardo un cofre de secretos, sin cesar de soñar.
Allí el río, cual pluma en un cuento en blanco,
Secó sus letras, pero susurra en el silencio,
Las flores, antiguas letras de un poema franco,
Durmieron en el verso, en un enigma sin remedio.
Detengo el reloj en el claustro del deseo,
Buscando la melodía de tu voz en la distancia,
Tu esencia, como un eco en el alma, quiero,
Un eco antiguo, en la sinfonía de la esperanza.
La vida, maga etérea, en su danza enigmática,
Nos enseña que somos piezas en su partida,
Amor y río, en su lección geométrica,
Son las sombras que marcan la partida compartida.
Aunque el mundo cambie y el tiempo nos trascienda,
En el rincón sagrado del alma, tú perduras,
Como un verso suspendido en la eternidad que encienda,
La llama de un recuerdo, en el corazón que perdura.