A menudo me he dejado vencer, he dejado que mi pluma
no llegué a ajustar las cuentas con la realidad,
pensando: no tengo nada que celebrar el año se acaba
y no tengo sino recordar, es lamentable en este continente,
en mi país, por no decir que en el mundo entero la devastación
sigue siendo el producto preferido del infortunio y aquí sigo
solo resistiendo, resistiendo a la pesadilla que empezó hace siglos.
¿Por qué? No sé. antes de mí había otros y otras desaparecidas
antes de mí habían muertos y muertas producto del fratricidio
antes de mí ya existía la traición y el envilecimiento.
Mis genes están saturados de muerte, ¿tengo entonces,
algo que celebrar en este próximo cumpleaños? Y, sin embargo
brilla la bondad en los ojos de mis amigos, la amabilidad en la sonrisa
de un niño travieso, la fraternidad del padre y madre que se apoyan
recíprocamente para dar amor y soporte a los hijos siempre.
Todo eso está en mi ADN, eso es resistir, es reivindicar esta batalla
es lograr la paz en el corazón de los que aún continúan en lucha
es estar en resistencia perenne de la vida y la muerte
es existir y ser capaces de lograr lo imposible…