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La poesía es el fulcro del amor

\"Hay siempre algo de locura en el amor;

pero siempre hay algo de razón en la locura.\"

 

La poesía es el fulcro del amor, con la poesía el amor se desata, se lanza al vacío, la poesía es la raíz del amor anhelado, es la raíz que nos devuelve al pasado, al principio del origen de nuestro sueño, ese sueño primario de nubes, miradas, suspiros, en el despertar de los sentimientos.

Con la poesía vemos en el cielo correr el sol y la luna, como el crespúsculo se embellece con el arrebol y el alba con la aurora, vemos pasar las nubes en su azulada profundidad y la noche con el baile de luciérnagas. La poesía nos deja notas: deshojar la margarita, correr detrás de las olas, hablar con las nubes, soñar con nuestro amor, el eco de los pájaros. La poesía nos hace la vida más inquieta, nos hace buscar aquella palabra que nos embarque en la nave de los sentidos en busca de un océano de sentimientos.

Mi amor -sin porque- surgió de una mirada que se volvió pensamiento, y este pensamiento se impregnó -sin porque-, no necesitaba ninguna explicación, surgió eso es todo.

La poesía es la fuerza motriz que nueve el amor verdadero anhelado por impulsos, impulsos del -sin porque-, el impulso primario que surge de un alma flamígera, que se encuentra en las profundidades de nuestro ser, en lo oculto de nuestro inconsciente, lo que no tiene explicación porque es puro axioma nacido de una atracción que supera todo carácter pensativo.

La palabra amor nunca ha podido ser descifrada por la filosofía, por eso los filósofos se volcaron en la poesía, solo la poesía es capaz de entenderla y llevarla a su cenit, desvelar el impulso de la seducción, porque amar es atracción, es pura esencia de la palabra amor.

La poesía se encarga de resaltar la naturaleza de la incomprensible locura del amor, incita a la excitación de los sentidos, donde otorgamos del uno al otro lo propio del otro, y uno no es sin el otro, el amor a de develarse para que la atracción fluya en armonía con el anhelo y así el amor eclosiona.

A fin de todo,  el amor es arte en su gozo desinteresado, placer desprovisto de todo interés, es la lucha por la conquista de la atracción como conflicto de su esencia.