Nacen de tu piel
el viento perfumado de las rosas
las flores primerizas del alba
el despertar violento de las flores.
Tú me miraste aquella tarde
y te colaste en los bolsillos de mi ropa
abriendo las puertas de mis mares secos
humedeciendo mi piel, salada por el sol.
Tú me miraste y al mirarme
comprendí que la luz sin ti solo es desierto
que se nace solo en los ojos de los otros;
comprendí que tu mirada era mi casa.
Desde entonces nazco por ti, cada mañana
y pinto cuadros en las nubes
para beber de tu mirada, cada tarde
y bailar contigo, cada noche…
…Al compás de los sonidos de la luna
al fuego lento de las luces de poniente.