Con su rostro turbado entre sus manos
barios puchos en un viejo cenicero
denotaban las horas que aquel hombre
escribiendo sobre un papel amarillento
con sus manos temblorosas y arrugadas
y en su rostro una lagrima asomada
el mundo alrededor nada importaba
el estaba sumido en sus recuerdos.
Fueron barias las copas que tomara
como dando coraje a esa escritura.
Comprendo que mi vida se está yendo
son mis últimos días lo presiento
tuve penas tormentos y amarguras
también muchas alegrías y recuerdos
que me llevo de esta vida pasajera
esperando encontrar un mundo nuevo
así fue que esas manos temblorosas
sin querer o quizás el quiso asearlo
dejaron olvidadas en la mesa
aquellas escrituras de aquel viejo
que junto al tabernero recogimos
y al leer la escritura les confieso
mojaron también nuestras mejillas
por ser parte del dolor de todo abuelo
29-03-2014 hector cesar