La verdulería es el mayor campo de concentración, de cuerpos con vida. Cuerpos en descomposición, que no se alimentan, pero sirven de sacrificio para alimentar a Dios que cada cual llevamos dentro. Era un paseo por un campo de guerra aquella verdulería tantos inocentes desparramados por el piso, los rincones y hasta el techo. tanta sangre de diferente color pintaba el largo mesón y goteaban de cajones abiertos dónde los cuerpos eran apilados, amontonados diría mejor. El hedor, el hedor de cuerpos jóvenes, radiantes en plena espera a ser elegidos para el ritual por excelencia del hombre. El temor, el temor de los inocentes que se inmolan para alimentar las esperanzas de otros inocentes no tan inocentes.
Si la verdura sangrara, que comeríamos. Si las verduras gritaran a base de que nos alilentariamos.