¿Qué sabes de guerras, espejo de estrellas?
¿mi reflejo?
Estoy titilando...
Ojalá miradas de elucubraciones positivas
vuelvan a perderse en mis ojos
para que así se contagie esta inmensidad
y se vea lo banal de querer aspirar a aquello
que es nada...
Un jardín de amor hará trascender
y pasar los límites que dejamos imponer.
Se recuperará el pensamiento crítico
unido a nuestra alma.
Siento los albores serenos
donde navego.
Soy velero
surcando estos luceros.
Iluminaron los mismos errores
y los mismos caminos
donde riega la paz
para ascender hacia sus estrellas.
¿Acaso no marcharon ya, tantos...
hacia ellas?
Dejaron su rastro de sabiduría eterna,
esa del despertar que solo da la muerte,
y hace que cobre sentido
el buen mirar de corazón.
Qué poco necesitamos...
Cuánto veneno al que aspiramos...
creyéndolo comida real necesaria.
Lágrimas afloran
y marchan pedazos de mí,
pues soy agua.
Qué despierte la trova.
Qué se agiten los corazones
y volvamos a desarrollar nuestro potencial,
dormido e increíble espera...
La realidad supera a la fantasía,
pero nos anclamos a la ficción
que a nuestra tierra quema...
¿Cuántos renacimientos serán necesarios...?
No lo sé.
Quizá haya sinergia desde un corazón
y el efecto mariposa al mal venza.
Pero qué más da
si para este prado titilante
no existe tiempo...
Entonces, quizá...
ya estamos salvados.