Tus miradas son las de una virgen
Tus palabras son las de una niña inocente
Tus caricias son las de una suave brisa a las cuatro de la tarde al lado de un arroyo, en el silencio de tu voz, arrullados con los chillidos de los insectos
Tus labios juegan
Tu piel
Me limito a contemplarte
Me limito a amarte
Porque tú
Eres mi santa princesa
Mi santa mujer