Ojos negros, piel oscura y el rostro manchado de barro. Niño de los parques, flor sin jardín, huérfano de pantalones blancos.
Con la camisilla desecha y una rueda sin aro, corres persiguiendo sueños por donde nadie te dio amparo.
Ya creceras un día como un clavel de mayo y serás padre y abuelo de todos los niños del barrio.
Y de tu mano cansada surgirá la luz y el espacio, que nadie te dio de niño y tu bondad se hará canto.