Un canto vibra siempre en mi pecho,
pues el papalotl[1] del amor se anida en mi corazón
y fatalistas diademas adornan mi corona,
la que heredé de los guerreros tenochcas,[2]
hijos de Huitzilopochtli,[3] Señor del Anáhuac.[4]
Descendiente de españoles y mixtecas;
compuesto de miríadas cromosomas injertadas,
de un conjunto de naciones entre Europa y el Anahuac
entre Iberia, y la Gran Tenochtitlan.
Aliación que se forma en las grietas de mi mente;
elementos íberos, mexicas, chatinos, zapotecas,
sangre mixta por la hermandad universal.
Del celtíbero heredé el espíritu aventurero
que quema a mi alma, y me impulsa a desafiar
incógnitas laderas, e inexplorados mares
y me invita a enfrentarme y soportar
los dolores de los sueños perdidos
y las penas de un amor que se va…
Anhelo conquistar el sueño inconquistable:
De vivir saboreando incansablemente
la miel de sus capullos; y merodear el mundo,
sorbiendo del dulzor de las flores.
Soy Quijotil Xochicuicani[5];
amo la espada y amo la poesía;
pero más amo el Floricanto de mis abuelos.
Vivo combatiendo injusticias,
luchando por el sueño que añoro conquistar.
Sin querer queriendo, y queriendo sin querer.
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