Vengo del norte,
decía aquel poeta,
en unos versos.
Y describía
los sitios y lugares
donde nació.
Aquella aldea
de casas apretadas
con viejas piedras.
La iglesia austera,
románica de estilo,
con campanario.
La plaza alegra
con plátanos y tilos
y fresca fuente.
Y la campiña
sembrada con el trigo
y girasoles.
Luego las caras
curtidas de la gente
por el trabajo.
Y hasta los niños
que iban a la escuela,
salen a escena.
Y así los versos,
sin rima, del poeta
hablan del norte.
Su amado norte,
el norte de su vida
y de sus sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/10/23