Confieso que en tus brazos me sentía amparado,
allí encontraba refugio, protección y resguardo,
tu amor me mantenía a salvo, protegido y cuidado,
pero llegó el momento de salvarme sin ti, amado.
Hoy debo emprender un nuevo camino en soledad,
dejar atrás los recuerdos y la felicidad que juntos vivíamos,
sé que no será fácil, enfrentaré la adversidad,
pero mi fuerza y coraje ahora se despiertan y renacían.
En ese abrazo tuyo encontraba mi fortaleza,
tu amor me daba la calma y me llenaba de certeza,
pero ahora debo encontrar mi propia belleza,
y aprender a ser fuerte, rescatar mi entereza.
A veces nos aferramos a lo conocido y seguro,
tememos los cambios, lo incierto nos asusta,
pero es en la fluidez del universo y su conjuro,
donde encontramos las fuerzas y la paz absoluta.
Quizás un día nuestros caminos vuelvan a cruzarse,
tal vez nuestro amor florezca de nuevo y renazca,
pero por ahora, debo salvarme y reencontrarme,
encontrar mi propia esencia, mi ser, mi alma desgajada.
Así que me despido de tus brazos con tristeza y gratitud,
agradezco el amor y protección que en ellos encontré,
pero ha llegado el momento de buscar mi propia plenitud,
de salvarme sin ti y aprender a ser yo, sin recelo ni temor.
Confieso que siempre me sentí a salvo en tus brazos,
pero ahora es tiempo de encontrar mi propio lazo,
de construir mi propia fortaleza y no depender de otros lazos,
porque la salvación yace dentro de mí, sin atajos.