Noche de viento.
Se siente cálido.
Fuerte viento. Al caminar,
mis zapatos me dan la impresión,
que quisiesen aferrarse
al pavimento.
Camino, y siento un
enorme peso en las piernas,
como si las arrastrase.
Me urge llegar,
Pero el viento
y la pesadez de mis piernas
dan la sensación
de que nunca he
de llegar a destino.
Voy a tu encuentro,
mujer algo conocida,
poco conocida,
mujer enigmática,
de personalidad
única y diferente.
A medida que mis
cansados pasos avanzan,
voy recordando el momento
en que nos conocimos.
Aquella noche.
Tan cercana noche.
Hoy dos semanas hace.
Nos encontramos
casualmente,
en la fila de una
cabina telefónica.
Tu estabas delante mío.
Tuve que ser paciente.
Tu conversación fue extensa.
De vez en cuando
mirabas hacia el exterior,
y tu mirada se encontraba
con la mía. A través del vidrio.
Notaba en tu diálogo
como si estuvieses enojada.
Por momentos sentí
la sensación de verte
con lágrimas en tus ojos.
Estabas triste, afligida...
Cuando al fin
dejaste de hablar,
abriste la puerta,
saliste, y con una leve
sonrisa te disculpaste
por la demora y me dijiste
susurrantemente, que me esperabas
en el exterior.
Pagaste tu comunicación,
y al entrar yo en
la cabina, vi te quedaste
afuera, esperándome.
Traté de hacer mi llamada
lo más breve posible.
Llamé a mi esposa,
diciéndole, entre otras cosas,
que esta noche llegaría
un poco más tarde,
debido a que tendríamos
una reunión de amigos
de la empresa,
para tratar asuntos importantes
de ella. Todo quedó aclarado
y aceptado entre mi esposa y yo.
Llegaría más tarde, sí.
Lo presentí, debido al pedido
de mi desconocida.
Después de abonar, salgo.
Ella estaba alli, esperándome.
Nos dimos la mano,
saludándonos y presentándonos.
Erika Fornier, me dijo,
al darme su nombre.
La invité a tomar un café.
Sentados en el bar,
le pregunté qué es lo
que necesitaba de mí.
Me miró con sus tristes ojos,
y me respondió:
necesito tener una hora
de sexo contigo.
Me dijo que yo le
había interesado, en realidad
su expresión, fue gustado.
Que estaba en una mala situación
económica. Y que me cobraría
doscientos pesos la hora.
Me comentó que pensaba
no estar errada al creer
que yo gusté de ella
por mi forma de mirarla.
Le contesté no estar errada.
Que me gustó desde el
primer momento,
y que de alma me hubiese
ido a encamar con ella.
Ya ves lo que es el destino,
le dije. Yo con ese deseo
y pensamiento, y tú
te me ofreces para
pasar una hora contigo.
Lo acepto Erika.
Vamos ya. No dispongo
de mucho tiempo,
pues tengo que ir a casa
a encontrarme con mi esposa.
Dejamos el bar.
Salimos, y a pocos metros
nos metimos en un hotel
de citas de muy buen aspecto.
Llegamos.
Nos dimos una rápida ducha,
y de inmediato estábamos en la cama
completamente desnudos,
y pasando esos sesenta minutos
plenos de gozo y placer sexual.
Le pagué sus servicios
trescientos pesos.
Me hizo lo inimaginable.
Todo.
Pasamos una hora inolvidable,
de lujuria y sexo.
Le pedí su teléfono celular.
Me dijo que solo tenía un directo.
Me dio su número, y me
pidió, que la llamara
cualquier noche de 20 a 21,
recalcándome que no sea antes
ni después de esa hora.
Y que en el supuesto caso
en vez de atender ella,
fuese un hombre,
cortara la comunicación inmediatamente.
Le prometí que en cualquier
momento la llamaría.
Así la conocí a esta enigmática
mujer, sin saber demasiado
de su vida, ni ella de la mía.
El único dato sólido que
me quedó, es que se
dedicaba a la prostitución
porque debía subsistir.
Una de tantas... pobre mujer.
Extraño acontecimiento
este en mi vida de casado.
Es la primera vez.
Nunca falté a mi esposa.
Siempre le había sido fiel.
Esa noche, después de mi relación
con la enigmática Erika,
me quedé con un pequeño
cargo de conciencia.
Pero me dio mucho placer,
y a otra cosa...
Llegué con toda naturalidad
a casa, le di un beso a mi esposa,
y después comenzamos a cenar.
Ella no cenó sola. Me esperó,
para cenar juntos.
En realidad, no era muy tarde
Eran las 22.30 hs.
Al terminar de cenar,
mi esposa lavó los platos,
mientras yo me fui a dar
una rápida ducha.
Después de ella, hizo
lo mismo mi esposa,
y nos fuimos
a la cama a amarnos.
Ya han pasado dos semanas de
mi encuentro con mi enigmática
mujer por una noche.
Compro el diario.
Me detengo a leerlo
en ese mismo momento.
Sucesos del destino.
En la página de policiales,
encontré un enorme
título diciendo:
\" MUJER ASESINADA EN UN MOTEL CENTRICO\"
El nombre de la mujer asesinada: Erika Fornier.
Quedé estremecido.
No sé por qué, no puedo explicarlo,
se me ocurrió hablar al número
que ella me había dado.
Eran las 20.30. Llamo.
Me daba ocupado.
Vuelvo a llamar.
Me atienden.
\" Hola\", dijo una voz de hombre.
Colgué.
Caminando lentamente me dirijo
hacia la casa de sepelios.
Llego. Me dirijo a la sala
donde ella se encuentra.
Había muy poca gente
sentada. Y un hombre
parado delante del rostro
de la muerta.
Este hombre, estaba muy pálido,
y con lágrimas en sus ojos.
La muerta, me dió la impresión
de que solo estaba durmiendo.
Se la veía totalmente hermosa,
como esbozando una leve sonrisa.
Me quedé allí parado,
mirándola, y sentí deseos
de llorar, pero no.
Frené mi llanto.
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto- 19/10/2012)