Sobre la falsa hierba
de la noche
la oscuridad evoca
un silencio de herbolario.
Hay una cena karaoke
de pitidos,
donde vela
la simiente de tu sonrisa
repicando
sobre un campanario
de burbujas,
olvidos soberbios
de los que desconfiar
si no fuera
por una conversación ajena,
amoríos
envueltos a dentelladas
en la opulenta manzana
del aguardiente,
y corbatas sonámbulas
esculpidas en el cuello
de los guapos
con las que sopesan su melancolía,
que nunca logra
sobreponerse al delirio
de los débiles.