La casita de mi madre
huele a café y canela.
Ya no estoy allí,
pero nunca me fui.
¿Cómo irse? ¿Cómo alejarse?
Si todo está impregnado
de amor, historia,
nostalgia y alegría.
La casita de mi madre
huele a flores,
tierra húmeda,
lluvia y sol.
En la casita de mi madre todo existe:
los recuerdos son vida,
la niñez es eterna,
la adolescencia no es problema
y ser adulto no pesa.
De la casita de mi madre nadie se va,
no importa si coges vereda o si te crecen alas y vuelas.
En la casita de mi madre
existe consuelo,
amor y perdón.
¿Cómo no volver? Si todo está lleno si hay una bóveda de estrellas, de recuerdos y de cariño. Pero no es por la casita, es por mi madre.