A veces lloro por impotencia,
de no sentir el dolor ajeno,
no poder extraer el veneno
de la maldad de la conciencia.
A veces reflexiono sin sentido
desafiando los misterios;
cuestiones que yo tomo en serio
y al mundo han corrompido.
A veces asiento sin sentir
mientras mi lenta mente niega
mis decisiones me hacen sufrir.
A veces no encuentro razones
para entender tanta locura
que trastorna mis decisiones.