Los ojos enseñan
Y los oídos captan
Desde las alboradas
Hasta caer rendidos.
Resoplan las inquietudes:
Enigmas crecientes,
Imperiosas necesidades,
Carencias propias
Y desdenes ajenos.
Con excesivos padecimientos
Cubriendo la faz del mundo:
Muchedumbres abandonadas,
Heridos por el hambre,
Destrozos humanos y
Sentimientos abatidos.
Entre una ceguera escandalosa
De agresiones malévolas.
Degradación de los conceptos,
Sordera manifiesta
Y pasividad lacerante.
De ahí
Nace el descubrimiento
Del manantial insólito,
Que todos atisbamos,
Sin poder mantenerlo.
Es una esencia patente,
Despreciada sin tino,
Conocida por todos
Y relegada a los confines.