En las noches, cuando la soledad me arropa, no dejo de arrepentirme por entregarte el corazón.
Por pensar que yo era tuyo, y que tu eras mía.
Por abrazarte, buscarte y tomar tu mano.
Por apartarte un lugar junto a mi y por recomendarte libros.
Por hablar y gritar tu nombre. Por recordar que te gusta comer. Por compartir los audifonos en el transporte.
Me arrepiento de escribirte poesía, de aceptar tu personalidad fría, de cocinarte.
Me decepciono de mi, por verte y sentir amor. Por sentir que me amabas. Por mirarnos en un futuro viviendo en la misma casa.
Me arrepiento de haberte amado, y de seguir esperando.