Cuando el cielo caía,
yo te vi, luz de estrellas.
Portabas trazos luminosos
que iluminan las nubes sombrías.
Tan deslumbrante fue tu virtud,
tan destellante fue tu mirada,
que mediante susurros solemnes,
hiciste de la oscuridad mi luz.
Y cómo te lo agradecería,
si etéreo eres como la nada,
por más plegarias en tu templo,
solo siento la inexistencia más pura.
Y aun así te quiero mía.
Te tengo entre mis almas vanidosas.
Te tengo entre mis brazos, para
que tu luz me desgarre y muera.
Y así mi oscuridad te trague,
así que mi vida sea tuya.
Por ti lo daría todo, mi vida.
Por ti, mi vida.