javiercastellano23

Una cifra

Él estaba sujetado a una baranda de metal oxidada a metros del mar, apretó sus manos fuertemente cuando el viento alcanzó abofetearlo con su imperceptible lección de madurez, como sintiendo en su palma maltratada que su memoria nunca olvida, aquello que no deja de viajar como una cifra que dejando ecuaciones atrás, no pretende olvidar el resultado; el silencio perpetuo con los ojos hinchados y esa vena en su frente... ese maldito vaso sanguíneo que retrata aún más su perpleja devastación.

Han pasado horas y él sigue allí, con la misma postura, con un rostro más apaciguado mirando lo que las rocas esconden bajo el mar, nunca sabré aquello que lo persigue.
Soy un desconocido, pero si puedo distinguir ese rostro, hasta puedo compararlo cuando años atrás yo tenía la misma sombra que a él acompaña. Recuerdo haber sujetado fuerte una piedra y lanzarla con desdén hacia el mar para librarme de esas cadenas que deben estar en el fondo, en lo profundo, dónde reposan hoy los sueños, de lo que alguna vez fue fértil para vivir.