ALEXANDER JOSÉ VILLARROEL SALAZAR

EMOCIONES COMPARTIDAS

— Oh, José que bueno verte —
le dijo Miguel un día.
— Es muy bueno aquí tenerte,
pues me brindas alegría.
 
— Y como querrás burlarte
de mi — le dijo José —
que ahora sueles expresarte
así con tanta buena fe.
 
— No, es que quiero compartir
contigo mi primo querido,
pues tú me hiciste sentir
que no todo está perdido.
 
— Hace días me salvaste
de las cajas y aquel peso,
¡Qué bueno que me ayudaste
tu trabajaste en exceso!
 
— Ah, si — le dijo José.
— Mayor susto que me diste,
pero aunque yo te ayudé
también me favoreciste,
aquel día que quedamos
allá los dos encerrados,
ese día que lloramos
en ese sitio atrapados,
demostraste inteligencia
y también habilidad
y esa fue una experiencia
bien bonita en realidad.
Te portaste como amigo
y te lo quiero agradecer
y actuaste muy bien conmigo —
expresó José a Miguel.
 
— Así quedamos a mano
nos ayudamos los dos
que somos primos hermanos
y eso bien lo sabe Dios.
Si, José, esto así es,
por favor no discutamos,
recuerda que aquella vez
tú y yo muy bien nos tratamos.
Podemos estar unidos
y dejar las discusiones
y hacer cosas con sentido,
sin tantas contradicciones.
 
— Lo que dices es verdad,
Miguel, yo debo decirte,
si yo te he hecho maldad
perdón yo quiero pedirte.
 
— Y yo también a ti José
quiero pedirte perdón
y decirte que no haré
de ti más comparación.
 
— Bueno, mi primo, juguemos
y compartamos las cosas
ya los globos olvidemos
y aquellas frases odiosas.