Este poema parece que discrimina:
¡Otro prejuicio de quien no medita mientras lee!
Fuera llovía y hacia frio
y en un bar regentado por una china
se han resguardado unos chicos,
que concentrados
alrededor de una tragaperras
gastan sus pocos euros,
anhelando hacerse ricos.
No saben que la felicidad
no es ningun premio.
La china ni les expulsa
ni los recrimina.
Al contrario,
aguanta sus voces
y coloca a su hijo en otra mesa
para que no se confunda
mientras hace sus tareas escolares,
ni les copie:
¡Sobre todo por esto!
La china practica la acogida,
que nadie valora,
y les hace sentir
como si estuvieran en casa
y ella con su hijo fueran unos extraños.