Anoche mientras dormía, soñé con el amor, también con la envidia, que tristeza da pensar en ella, pues siempre vaga sola he infelizmente pérdida. El amor me daba su atención, su dulzura, su ternura, me arropada con su cálido querer, me besaba tan dulce que las abejas hicieron colmena de miel en mi corazón.
Mientras la envidia como un detective privado vigilaba muy de cerca nuestra situación amorosa, hizo un acuerdo con el clima, que si el enviaba lluvia y vientos fuertes, la envidia le aplaudiría siempre que hiciera caos en ciudades chicas.
El clima, en su afán de causar daños, lo hizo con un gusto inimaginable, agregando no sólo lluvia y vientos, también tornados, granizos y algunos rayos estruendosos, atormentando el ambiente amoroso y en búsqueda de apagar aquel calor de amor, que poco a poco iba logrando.
La envidia ya estaba teniendo a su favor a la felicidad, y estando por salir victoriosa. Hasta que el clima se agotó, se cansó, y la tormenta tuvo que acabar, trayendo consigo un arcoíris con mucha luz, silencio y paz. Anoche mientras dormía, soñé con el amor, por poco lo pierdo, por poco sale victoriosa la envidia que sola de nuevo quedó, no hubo tormenta que durará tanto tiempo para acabar con lo que se siente de corazón.
Henry Ruiz
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