Sus despeinadas trenzas el sol con fuego adornó,
su danza tan sútil,
sus pies desnudos sin rozar
las asustadas margaritas.
*
Por la luz del sol como nieve se derritió,
vestida en encantos de gasa fina,
mis deslumbrantes ojos bruscamente despojados
del banquete de su seductora figura.
*
Su reaparición con paciencia esperaba,
en vano,
había subido un rayo de sol
llevándola de donde se vino
*
Su paradero nunca encontré,
los luceros de la Vía Láctea me lo negaron,
pensaba a veces haberla visto,
me engañaron estrellas fugaces.
*
Todavía con sus suspiros me burla,
llevados por las ráfagas traviesas de otoño,
susurrando en el estremecimiento de los árboles
exponiendo aún más sus desnudez:
David Arthur ©®