Soñamos que nos queriamos igual
que dos pajaros que comparten el mismo nido.
Ajenos a los ruidos viajamos cogidos de la mano a lugares donde ya habíamos estado, recreados por el deseo.
El tiempo no corria: \"ayer era hoy\" y el amanecer no desaparecía.
Reimos porque la distancia era como un rayo de sol que nos daba su luz y se iba.
La suerte parecía estar de nuestro lado.
Cuando sonó el despertador no recordabamos nada, pero nos dejamos llevar por las ganas de hacer realidad lo soñado.