Las emociones que crecen
entre los surcos del alma
dan vida hasta que perecen
y nos hunden en la calma.
Surgen de pronto ilusiones
que iluminan, como el alba,
entresijos y rincones
escondidos en el alma.
Hay deseos imperiosos,
de esos que todo lo inflaman,
que dejan luego rescoldos
a un soplo de arder con llama,
y surgen, en ocasiones,
fantásticas o nefastas,
devoradoras pasiones
que todito lo devastan.
A veces hay tentaciones,
superables, ya se sabe,
bien por medio de oraciones,
o bien cuando en ellas caes.
Cumplidos o insatisfechos,
estos anhelos del alma,
como demuestran los hechos,
se quedan al fin en nada,
porque la vida se encarga
de sofocar las pasiones,
que con el tiempo se apagan,
y de agostar ilusiones.
Y cuando, a veces, asoman
los recuerdos del pasado
te arrepientes más, no es broma,
de aquello que no has osado.
© Xabier Abando, 04/10/2023
-