Admiro a tantos sabios
que buscan sin dudar la transparencia,
palabras sin atajos
que siempre son sinceras
y lucen sus verdades como ciertas.
Reniego del farsante
y juro no probar su medicina;
aun siendo interesante
con magia de la China
y alguna triquiñuela de propina.
Quien miente es prisionero
de aquellas falsedades que se arrojen
en base a sus enredos,
testigo sus barrotes
que encierran sus mentiras a montones.
Elegante y hermosa,
con firmeza se muestra por costumbre,
de engaños sale airosa
y su lugar la cumbre.
¡Que grande es la verdad con certidumbre!