Todo ocurrió aquel día de invierno,
cuando el viento del sur
abrió de golpe la ventana,
y un remolino inesperado y fuerte
tumbó al piso y quebró la débil jaula,
y el ave, tímida por naturaleza,
escapó muy asustada.
Tal pareció que mi mundo se partía,
y yo quedé con el alma desolada.
Ella recobró la libertad perdida,
y yo perdí el único amor que me quedaba...
Fue un día doloroso y triste,
en presencia de la jaula abandonada.
La puse en su lugar reparada y sola,
dejando la puerta de la jaula abierta,
pensando que quizás el ave regresara.
Más al caer la tarde, cuando ya oscurecía,
un dulce trinar entró por la ventana.
Allí en el árbol que da sombra a la estancia,
posada humildemente en la pequeña rama,
parecía arrepentida, y quien sabe si lloraba...
Puse alpiste a la vista y recé para que entrara,
y pasaron los días y siempre venía,
y llegaba hasta la mesa, y comía, y bebía,
y vivía libremente en la vieja casa,
pero jamás, nunca jamás,
el ave volvió a entrar en la jaula abandonada.
Frank Calle (oct./ 22/ 2023)