OSCAR LUIS GUZMAN

QUIMERA ©

Me malacostumbraste, Xochitl,

ingrata musa de mis sueños…

Ayer me harté de la abundante ambrosia

de tu sonrisa, en los bosques

de aquella fantasía que apodamos amor.

 

Me hiciste creer ser el hijo favorito

de los dioses de la imaginación,

de la grandeza, y de la ilusión,

en ese formidable ensueño

de un Olimpo irreal…

 

En donde los arácnidos lasos

de tus brazos

me envolvieron en ese ayer irreal,

pero terriblemente real

en mi cosmogonía fatal...

 

Contigo me sentí como el fauno

que a diario recorre por los prados,

corriendo tras las imaginarias ninfas

y hartandose de alegría y de placer

en un bosque ficticio de la alucinación…

 

En donde las quimeras introducen primero

al imberbe enamorado al juego de Cupido.

En donde los idilios sólo son espejismos

para los que de lejos los contemplan;

aunque, para el que juega

el juego ilusorio del amor,

le sea más real que la misma realidad.

 

Me mal acostumbraste, Xochitl,

Ingrata musa de mis sueños;

jugando sin jugar, amando sin amar…

 

Ahora, te ruego,

enséñame a olvidar…