Chabelita nació un domingo cuando las campanas repicaban, sus padres, ambos gente trabajadora y muy seria no se imaginaron que su cuarta hija no les permitiría conciliar el sueño hasta cumplido el año, y no se trataba de que la bebé tuviera hambre, simplemente se las arreglaba para deshacerse de la sábana que la envolvía y cuando todos ya habían conciliado el sueño gritaba no se sabía si de susto, dolor o simplemente por joder ya que esto se repetía varias veces en la noche; cumplido el año los gritos se volvieron soliloquios infantiles que desconcertaban a los demás miembros de la familia y conforme dominaba el lenguaje dejó descansar en las noches mas no en el día, su boca parecía un radio conectado y encendido todo el día, poseía una curiosidad que sobrepasaba muchas veces la paciencia de sus padres pero también diversión entre sus familiares y vecinos ya que la pequeña (como era común antiguamente en los pueblos) podía ir y venir sin peligro de una a otra casa ya fuera para jugar con vecinitos o con parientes, para lo cual algún primo o hermano la llevaba.
Chabelita se acostumbró a ese constante ir y venir despertando gracia con sus ocurrencias pero también bochornos, el más recordado era el del tío Julio, pariente que vivía a dos casas de la suya y quien no se imaginó que la pequeña de tres años lo buscaría con tanta insistencia durante una de las acostumbradas reuniones familiares, era una celebración de año nuevo y había tanto familiares como amigos, el caso es que Chabelita llegó en brazos de sus padres y el tío Julio se acercó lógicamente a darles la bienvenida; Chabelita no dominaba bien el lenguaje aún y de hecho el tío había estado ausente unos meses pero como solía traer de la ciudad golosinas para Chabelita y sus hermanos, ella nada más verle gritó jubilosa y con gran fuerza: ¡tío Culo!
Todos voltearon a ver y la sonrisa del tío se desdibujó quedando paralizado de la pena, Chabelita se bajó y corrió alegremente hacia su tío repitiendo una y otra vez ¡tío Culo! ¡tío Culo!, las risas empezaron a estallar mientras el pobre Julio solo atinó a acariciarle la cabeza de Chabelita mientas los apenados padres la tomaban nuevamente, pero el tío tuvo que padecer todo el mes antes de su viaje la cariñosa sobrina que sin tapujos gritaba ¡tío Culo! apenas lo divisaba en cualquier sitio.
Chabelita era algo distraída para los estudios pero muy animosa e ingeniosa cuando se trataba de organizar eventos en la escuela, como el de la pastorela de navidad en la que se le ocurrió que Santa Claus también debía visitar al niño Dios para obtener su bendición y no tuviera contratiempos al repartir los juguetes, era inusual pero Chabelita tenía la capacidad y la gracia para convencer y arrastró con su idea tanto a alumnos como profesores, si ellos encontraban algún inconveniente u obstáculo ella lo solucionaba, como la de los renos que debían jalar el trineo, “ah, eso es fácil, doña Patricia tiene seis chivas” o la de los trajes “ah, no hay problema, a mi padrino le regalaron varias sábanas que dieron de baja en el hotel donde trabaja, se cortan, se tiñen y ya”… “¿el escenario? Ah, pedimos cajas ahí en el supermercado, y don Facundo el albañil nos puede ayudar con madera, también podemos cortar unas ramas de árbol y don Erasmo tiene block para sostener” El caso es que aquél proyecto involucró a todo el pueblo, mujeres y niñas de todas edades cosieron los vestuarios mientras varones y niños daban forma al pesebre y el trineo, lo único complicado fue que las chivas no tenían intenciones de cooperar y aunque Chabelita les hizo un arnés especial con cuerdas de tender, parches de cuero viejo y por cuernos consiguió ramas secas unidas a una especie de “gorro” de tela para afirmarlo, el resultado fue muy chusco lo cual hacía más divertida la pastorela, Chabelita no se daba por vencida y después de varias escapadas y protestas de las chivas consiguió que jalaran el trineo atrayéndolas con fruta, durante los ensayos eran común que al ver sus esfuerzos comentaran: “Ay Chabelita, tú estás más loca que esas chivas”
A lo cual ella respondía fingiendo seriedad: “Más respeto para los renos, por favor” y de cuando en cuando alguna de ellas reafirmaba con un largo “beeeeee”
El día del estreno llegaron vecinos de otros pueblos por lo cual la plaza se llenó, habían construido una especie de concha acústica para ambientar el escenario y la pastorela se desarrolló con gran deleite pues todos habían contribuido de alguna manera en su puesta en escena, Chabelita era la estrella más brillante en su papel de ángel que reprimía con gracia al travieso diablo que pretendía distraer a los pastores cargados de fruta, huevos, pozole nuevo y torrejas como presentes para el niño Dios, ya se acercaban al pesebre cuando Santa Claus se acercó con su trineo donde transportaba sus juguetes y golosinas en saquitos de yute; sin embargo las chivas, hartas de los diálogos o presas de pánico escénico decidieron dar rienda suelta a sus instintos e intempestivamente corrieron hacia los bordes de la concha acústica y trepándose en ella alcanzaron las suculentas ramas de un ramón que sobresalía de ésta dejando al pobre Santa Claus y sus regalos esparcidos por el suelo; Chabelita, como buen ángel socorrió a Santa Claus y disculpó a los renos que seguramente se comportaban así por haber hecho un viaje tan largo, su genial interpretación y natural talento para improvisar hicieron de aquélla pastorela algo inolvidable.
Chabelita era muy querida y conocida también en las poblaciones aledañas, su belleza física no era sobresaliente, pero su carisma, alegría y nobleza sí, será feliz y su felicidad era contagiosa, por eso cuando llegaron de la capital los ingenieros con sus planos para la nueva carretera y entre ellos aquél joven arquitecto norteño, bien parecido, libertino y mujeriego, Chabelita (ya quinceañera) quedó tan impactada que su naturaleza pareció haberse trastornado, ella tenía confianza con todo mundo, pero Joel parecía haber salido de otro mundo y en parte así era, seguro de sí mismo no tardó coquetear con toda chica guapa que se cruzaba, sin embargo Chabelita no parecía ser de su gusto y eso la ponía inexplicablemente triste, ella que nunca había necesitado ser coqueta y varios chicos le rondaban por su ingenio y alegría, la estancia de los fuereños le incomodaba; Joel por su parte, acostumbrado a alimentar su orgullo decidió jugar con el impacto causado a Chabelita mientras su familia trataba de alegrarla por todos los medios posibles, pero Chabelita no reaccionó a tiempo, dejándose encandilar por el infame arquitecto que gozaba viéndola sufrir con las atenciones que le prodigaba para luego dirigirlas a otras.
Todo parecía indicar que Joel se saldría bien pronto con la suya y que le rompería el corazón no solo a ella sino a varias otras, pero entre todos sus pretendientes había uno que no lo permitiría: Gabino había sido su compañero de escuela y desde ese entonces trató de llamar su atención de diversas maneras: siendo su cómplice en travesuras, ayudándola con los exámenes, consiguiendo lo que fuera necesario para los proyectos que ella organizaba y ahora estaba dispuesto a hacer cualquier tontería con tal de escucharla reír de nuevo; sabía que distaba mucho de competir con las galanterías de Joel y que tampoco tenía los medios para cortejara, cada vez que estaba con Chabelita podía ver su mirada extraviada y sabía que estaba llena de la imagen de Joel, Joel el galán, Joel el ingeniero, Joel el fuereño experto en conquistar y eso le dolía, pero el amor busca su vía y decidió que la única forma de luchar contra ese hechizo era hacer algo diferente y con mucho ruido.
A sus dieciocho años Gabino ya trabajaba como peón de albañil y ese sábado después de la jornada había organizado ya a la banda del pueblo junto con varios compañeros y amigos suyos que le prestaron una guitarra, y, sin cambiarse todos juntos se dirigieron a la casa de Chabelita, los vecinos habían preparado relleno negro, aguas de sabor y postres y aguardaban la señal para dirigirse ahí también en caso de que el plan de Gabino funcionara, mientras Joel y su grupo los miraron para desde una pequeña taberna, riendo y burlándose del grupo andrajoso que seguramente sería reprendido por Chabelita. Ésta se encontraba silenciosa como siempre, arreglándose como desde hacía un par de meses para encontrarse con Joel en el parque.
Cuando comenzó la música pensó que era una broma, luego la voz desafinada de Gabino que más que cantar aullaba lastimeramente le hizo salir a ver qué pasaba, el ruido atrajo curiosos y más de uno comenzaron a hacer coro mientras Gabino le dedicaba una canción escrita por él mismo:
“Chabelita, luz de mi vida tu risa extraño
Pues un malandrín te la ha secuestrado
Fíjate que viene de lejos y conoce artimañas
Pero tiene alma de perico de zorro y marrano”
Ante ti me presento rendido
Eres de todas la mujer más hermosa
No te ofendas si vengo mugroso
Pues que trabajo con ahínco lo sabes
Con mis manos callosas que arden así
Con tantas ganas de acariciarte mi alma
Con devoción, delicadeza y mucho respeto
Ansío acompañarte hasta hacerme un viejo
No como otros que la tienen tan fácil
lucen y visten restirados como un maniquí
Yo solo te ofrezco por siempre mi amor
Qué más da si huelo a cemento y sudor
Todo eso el jabón pronto remedia
Más lo sinvergüenza el baño no quita
No prestes oídos a los mentecatos
Que solo buscan placer por un rato
Fíjate en éste aunque feo y chaparro
Nunca dejará que de tus labios
Esa sonrisa tan linda se borre
Chabelita querida te llego bien sobrio
No como otros que aunque beban del fino
Ya borrachos pierden modales y memoria
Y como mofetas sus promesas apestan
Chabelita querida no me dejes sufriendo
Si no quieres ser mi amor yo lo acepto
Pero por Dios que regrese de nuevo
Esa alegría única de rodillas te ruego
Deja que en tus brazos llore mi pena
Pero antes por favor trae una cubeta
Chabelita escuchaba boquiabierta su primera serenata, no a la luz de la luna, no con ramo de flores, no en traje de gala, no con mariachis, pero aquella desnudez del alma, aquella forma de menospreciar al rival y de hacerla sentir tan importante delante de toda la gente que la había visto crecer y con tal determinación e ingenio tan parecido al suyo no sólo la conmovió sino que la hizo estallar en una estruendosa risa, una risa de gusto y de placer que, sin importarle la fachas de su ferviente admirador corrió a abrazarlo, la banda dio la señal de triunfo y pronto todo el patio y la calle se vio invadida de vecinos que improvisaron una gran fiesta, los amigos de Gabino, siguiendo el juego fueron por cubetas que llenaron con agua y en plena calle aventaron al enamorado alcanzando también a Chabelita mientras ésta, mojada y descalza reía y bailaba recobrando la alegría que la caracterizaba.