jvnavarro
LAS PIRÁMIDES Y UN PEQUEÑO COTILLEO
Las pirámides bien vistas
no son gran cosa,
no tienen luz
y los cuartos para los niños
están llenos de grandes sombras
por fuera y por dentro.
A mi me gustan porque terminan
allí donde todas sus caras se juntan,
por eso si quieres darles un beso
te tienes que subir arriba de ellas,
con la prisa de un ciempiés
y la pericia de un saltamontes ligero.
Son tres de ellas las más famosas,
porque en su interior
estando muertos vivieron
una especie de reyes y reinas
que se depilaban el bello
con cera de las abejas
y navajas de barbero.
La lastima es que estén
en mitad del desierto,
en Nueva York tendrían siempre
asegurado un gran lleno
y en Tokio mientras se come
pescado crudo
se podrían mirar por dentro.
Aquella gente se ve que no tenía
más de dos dedos de conocimiento,
tanto dinero gastado
para luego hacer ricos
a los salteadores de tumbas
y para que con el paso del tiempo
el desierto se vaya comiendo
todos los un días un poco,
unos centímetros,
de su basamento.
Tengo que ir un día
de estos,
para cuando la guerra se acabe
y puedan volar seguros los aviones
por los cielos.
Y lo haré solo por aquello.
Por sacarme unas fotografías,
por subirme a un camello,
por sacar cuentas
y si me queda un pequeño resto,
para que alguien tire mis cenizas
allí donde el Nilo sigue viviendo,
con sus cocodrilos y flores de loto,
con los juncos y leyendas de insomnio,
todo esto mientras en París y Londres
se puede admirar en sus museos
tanto de Egipto
que si te cierran los ojos
y te dejan dentro
de uno de ellos.
al quitarte la venda exclamarías:
¡Oh el Cairo
y que grandeza la de su museo!