Odio todo lo que tiene que ver contigo.
Tus fulgorosos ojos marrones en los que me perdí, como un astronauta en el espacio lleno de estrellas y oscuridad.
Odio tus palabras verdaderamente falsas que decías día a días sin importarte nada ni nadie, y pensar que te las creía.
Odio las incontables veces que dijiste que me esperarías y tratando de buscar una solución más rápida con otro te irías, esto a final de cuentas no es tan malo porque me di cuenta de que no vales la pena o por lo menos saber que no quiero cumplir tu dolorosa condena.