Cuando estés en tu cómoda silla de mimbre
mirando el mar,
cuando estés feliz, saliendo con tus amigos
y sobre balsa ardiente
brindando por un nuevo amor.
Espero no recuerdes mi terrible desamor.
Tú sabes que estoy en mi rincón de penas
con las agujas
y esas cosas blancas,
recordando
y esperando quizás las migajas del amor:
¡Llévame al fondo,
pequeña Ada,
donde guardas las rosas muertas de tu amor!
A veces le hablo en silencio a mi difunta amiga
y le pido su ayuda
y le digo ven a buscarme
a mi rincón oscuro a quitarme este dolor.
Ven a verme mi querida Ada, dulce mariposa
de crecidos colores
que alumbras mi ceguera.
Ven a verme por última vez.
Y si no puedes,
avísame
y solo envíame las rosas muertas de tu amor.