No sé si me rindo ante las físicas evocaciones
o si deseo vivir por pasadas ensoñaciones;
si los años serán requisito para empezar de cero
o esperarlos para vivirlo todo de nuevo.
No te conozco, del todo;
si te recuerdo, al vuelo.
Tanto ha pasado o muy poco;
ciertas palabras, solo unos besos.
De avellana recuerdo las vistas,
de granate el carmín de lo dicho;
moreno el color que viste tu pergamino
y suaves las ideas en ella escritas.
Te evoco tras la cortina de tu azabache cabellera
al separarnos sin ser y reencontrarnos sin buscarnos,
pinto, sin memoria, ocres los paisajes tan nuestros y lejanos,
bajo el frondoso árbol de las pasiones idas y florecidas.
Como las secas semillas que aguardan el agua,
otra vez, tierra y rocío que la vida alienta;
yo te expresé con la suave calidez de mi alma
mi deseo de plasmarte una oda a tu existencia.
Así entonces aceptaste hacerte a mí pleno arte,
como la vida que vuelve en victoria a los muertos,
cual frío que da a las montañas el místico aura,
que las horas y años no pasan, si existe el deseo.