Me sitúo sobre cualquier poema,
buscando las vagas ilusiones
que pasean entre faros
a lo largo de la Avenida
del Futuro.
Ruidosos circulan
- coches y peatones -
y giran de feria en feria
sonámbulos y soñadores.
El tiempo transcurre lentamente,
decadente, sin amarres,
sin salida.
Languidezco entre cuatro
paredes cerradas
para vivir una ilusión
esperando que los pronósticos
no se cumplan.
Aprendo a morir
mientras, escribo
palabras suicidas
con el filo de un puñal
en un texto sin argumento.
No hay manual filosófico,
ni científico, ni matemático
que asegure el incierto futuro,
pero hay una candela blanca
encendida en la oscuridad.