Han secado el río, han matado la respiración
y se ha quedado sin grillos la noche
a las doce en punto,
hasta llegar el alba;
Los bolsillos se han quedado sin sus viejas
manos
y la laringe sin las húmedas voces que asolaban
el silencio
¡Qué le pasa al hombre, al humano, al hijo
que no quiere a su padre
y mata a su hermano por nada!
Todos los ojos se van abriendo para solo mirar
el fondo
del infinito féretro
y oír al filo del hacha caer ruidosamente
sobre la raíz de algo…
Las manos se van cerrando para solo hacer más
sangriento el día,
para solo cerrar la puerta.
Así es el hoy, la vida
espontáneamente aclimatado al dolor,
al aire de las moscas, al trajín de los jinetes
ciegos
que jamás han sabido de la luz.
Hace frío en este infierno que nos muerde
el cuerpo
y nos lamen las manos las orugas tiernas
que luego van como gacelas
guiándonos por la ruta del silencio.
Hoy me he dado cuenta que la paz es hija
de las sombras y de un sarcófago
ardiendo
en el estupor de los muertos.
¡Hoy, Dios se ha sentido solo, desnudo
y estremecido!