Mi querida abuela, te recuerdo
especialmente por las mañanas
cuando despierto y bajo corriendo
la esperanza de verte sonriendo
disfrutando, en ese espacio bello.
En la cocina azul que te veo
ese delicioso olor delata
así es, el de una efímera vianda
penetrando paulatinamente
pasa de lo efímero a lo eterno
el florido color de tu atuendo
llena ese magnífico momento.
En esa cocina azul te escucho
diciéndome tus cortas palabras
ellas, en ocasión, eran dulces
otras duras pero siempre sabias
sin excepción, se convertirían
en las recomendaciones largas.
Llevo tus olores, tus colores
oídos a tus palabras sabias
sigo recomendaciones largas
a veces, te extraño, no es así
realmente, siempre estás allí.