JAGC

ALZHEIMER

 Pasea el viejo

por el pasillo inundado

de soledad sin promesas.

Las deformadas manos

dibujan, sin quererlo,

un corazón imposible

al esconder en la espalda

el movimiento constante

que la enfermedad celosa

le impone como estandarte.

Había sido torero

en plazas de mala muerte,

albañil en la postguerra

y campesino sin tierra

labrando para otra gente;

cobraba de costalero

en primaveras con Cristos

aunque se decía ateo,

maricón y comediante.

Por el pasillo nublado

de soledad y de alzhéimer

un viejo, que no conoce,

muestra en el ceño arrugado

acordes de pena incurable.