OSCAR LUIS GUZMAN

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Érase un ave dulce y tierna que aprendió a volar,

y no sabiendo a donde ir, voló muy lejos,

agitando sus alas sobre un azul-verde, inmenso mar.

Se escapó del paraíso, siguiendo un falso hechizo

a probar las mieles de otras flores:

Distintos regocijos, las turbias compañías,

y disímiles pensares de otras ideologías.

Queriendo vivir lo que no había vivido,

Probó lo que no había jamás probado:

El fruto del árbol condenado,

engulléndose la manzana de un bocado

Con la fuerza de un famélico viajero.

Sin saber, cerró las puertas del paraíso eterno

Y sin querer abrió las puertas del infierno.

Lo que la salva es la gracia de Dios y su candor eterno.

Ojalá que pronto los vientos del recuerdo

guíen a sus alas hacia el islote de donde se alejó,

antes que las garras de las aves rapiñas

destruyan para siempre su bella ingenuidad…

 

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12 de abril de 2005 - San Francisco, CA 86 OSCAR LUIS GUZMÁN