ACTO I
Aspar descansa en las piernas
De su padre Aníbal Barca
Mientras lo mese el arrullo
Que su madre Himilce canta
Así comienza esta historia
Que aconteció en Oretania
Doscientos veinte años antes
De que Cristo se encarnara
Hannón visitaba a Aníbal
Quería recapacitara
Y trató de convencerle
De que a Roma no atacara
Discutieron pros y contras
Y Aníbal argumentaba
Que le parecía humillante
La paga que reportaban
Pues Roma había vencido antes
Y de eso se aprovechaba
Para pedir a Cartago
Tres mil talentos de plata
Hannón el Grande era rico
Ya no quería más batallas
Y deseó evitar la guerra
Por convenir sus finanzas
No llegaron a un acuerdo
Y Hannón marchose con rabia
Cartago se iría a la guerra
La suerte ya estaba echada
ACTO II
La fecha llegó a su tiempo
Y Aníbal se preparaba
Para dar cruce a los Alpes
Y así cumplir su campaña
Se despierta muy temprano
Con el despunte del alba
Y sin hacer ruido alguno
A Himilce y a Aspar abraza
Al lomo de su montura
Antes de partir exclama
Beles en ti yo confío
A ti encomiendo mi casa
En la casa había una guardia
Y Beles la comandaba
Pues servía con eficacia
Tal cual perro fiel de su ama
Desde que naciera Himilce
La princesa de Oretania
Cuatro lustros ya tenía
Cuidándole de la parca
En Iberia le parieron
Cartago no era su patria
Nació en aquella ciudad
Que aún no llamaban Granada
Aníbal se va seguro
Su mente nunca dudaba
Beles podría dar su vida
Por su hijo y por su amada
ACTO III
Beles cargó seis carretas
Las órdenes eran claras
Preparar a la familia
Y a Gadés ir a embarcarla
De ahí saldrían cuatro barcos
Que a Cartago navegaran
Y allá estando más seguros
De Roma se resguardaran
Pero unos instantes antes
De que en el puerto se apearan
A la princesa le avisan
De un peligro que afrontaban
Entre algunas tradiciones
Que de Fenicia heredaran
Se encontraba una escondida
Por cruel y por inhumana
Se decía que en viejos tiempos
Cuando guerras declaraban
Dido instituyó que un niño
A Baal sacrificaran
Su enemigo está muy lejos
Hannón busca su venganza
Y propone en sacrificio
Al hijo de Aníbal Barca
La princesa no vacila
Presurosa a Beles manda
Tienes que salvar al niño
Y al anochecer se escapan
ACTO IV
Beles carga a la criatura
Por valles y por montañas
De día duermen escondidos
Y por la noche ellos andan
Después de buscar al niño
Por casi doce jornadas
A Hannón se le informaría
Que al noreste caminaban
Se enteró que iba con Beles
Quien de feroz tenía fama
Por lo que esa misma tarde
A Akirnes él despachaba
Akirnes era un gigante
Con fuerzas endemoniadas
Decían que medía sin yelmo
Cinco codos y dos palmas
Beles nunca se detuvo
Aunque en sus pies había llagas
No sabía que en cuatro días
Akirnes los alcanzaba
Nueve leguas recorrían
De ocaso hasta madrugada
Dos lunas sin detenerse
Y a su meta al fin llegaban
A las afueras del pueblo
Un hombre los esperaba
Y en un saco les llevaba
Vino y Pan, pescado y agua
ACTO V
En Jaén aún no existía
Monumento a las batallas
En el cerro no hay castillo
Ni en la ciudad hay murallas
No hay demasiados olivos
Ni existe Semana Santa
No ha llegado el califato
Ni el Santo Reino iniciaba
Tampoco existe Jaén
El pueblo así aún no se llama
Andalucía es el futuro
Y tampoco existe España
Jaén aún se llama Elinga
Y Beles ahí hoy descansa
Porque ya se encuentra a salvo
El pequeñito Aspar Barca
Al quinto día los acecha
El peligro en la comarca
Akirnes llegó hasta el pueblo
Y los busca entre las casas
En la viña del cuñado
Beles mora con confianza
Y el joven que los atiende
Es el hijo de su hermana
Malhaya la gente noble
Sin malicia ni mordaza
Una tarde en el mercado
La lengua del muchacho habla
ACTO VI
Para atrapar al niñito
Akirnes se preparaba
Y para estar más seguro
Todo el día la finca espiaba
Y de ese lugar muy lejos
Al mismo tiempo pasaba
Que Aníbal rompía un sello
Desenrollando una carta
En la misiva leía
Lo que Hannón hacer planeaba
Con su vástago adorado
Y siente que se hela su alma
Pero más veloz que un rayo
Un documento él enviaba
Para Cartago al senado
Con una oferta adecuada
La propuesta era sencilla
En lugar de su hijo daba
Quinientos romanos presos
Oro, novillos y espadas
Y ahí mismo dio evidencias
De que Hannón los traicionaba
Y aseguró con verdades
Que aquel con Roma se aliaba
Hannón lo negó en el acto
Pues su plan se derrumbaba
Y antes de que lo apresaran
Emprendía la retirada
ACTO VII
Himilce se conmovía
Y de gusto ella lloraba
Al recibir la noticia
De que a su hijo perdonaban
Rápido ordenó un carruaje
Y a Elinga la transportaban
Al encuentro de su crio
Pues abrazarlo ella ansiaba
Pero lo que sucedía
Ella nunca imaginaba
Pues el secuestro de Aspar
Akirnes ya maquinaba
En quince días se cumplía
Una fecha necesaria
Pues al mercado se irían
Joven, cuñado y hermana
Akirnes lo planeó todo
Cada punto analizaba
Calculaba con esmero
Y con paciencia esperaba
No hay fecha que no se llega
Ni plazo que no se alcanza
Y un mal día deja el viñedo
La familia de la hermana
Akirnes brinca la cerca
Y a la casa se adelanta
Encuentra la puerta abierta
Y al niñito en una cama
ACTO VIII
Entra con mucho sigilo
Pero con más desconfianza
No se escucha ningún ruido
Y Beles se le abalanza
El gigante retrocede
Con sonoras carcajadas
No da crédito a sus ojos
Pues Beles es una dama
Él la llena de improperios
Y hasta pretende humillarla
Creí que eras un guerrero
Y solo eres una esclava
Beles no presta atención
Y corriendo a Aspar levanta
Cuando Akirnes reaccionara
Ella ya está en la ventana
Un potro afuera se encuentra
Montada a pelo ella escapa
Pero la sigue de cerca
Akirnes en yegua blanca
Llega al pueblo y pone a salvo
Al pequeño con su hermana
Y le cuenta a su cuñado
Lo que pasó en su morada
Beles se queda en el pueblo
Los demás huyen a casa
Para preparar defensas
Temiendo lo peor pasara
ACTO IX
De regreso hacia la viña
Un carruaje se encontraban
Entregan a Aspar a Himilce
Y le informan lo que pasa
Beles es ágil y es fiera
Pero precisa de un arma
Y se necesitan siclos
Para comprar una espada
En un puesto del mercado
Sin que nadie la observara
Golpea a un hombre en ambas sienes
Y lo despoja de su arma
Hasta el pueblo llegó Himilce
Con su guardia bien armada
Para defender a Beles
Pues merecía ser salvada
Beles buscaría al gigante
Este por ella indagaba
Y en una estrecha calleja
Finalmente se encontraban
Ella le perforó el vientre
Pero antes de que exhalara
El gigante con sus manos
A la doncella asfixiaba
Para cuando llegó Himilce
En la calleja se hallaban
Solo dos cuerpos inertes
Y con sangre una falcata