Caminos del más allá
Blancas las sienes
el espejo no miente
crudo el invierno
Cipreses grandes adornan
caminos de cementerio,
cruces en la tierra asoman,
en noches del crudo invierno.
Lágrimas llenan mis ojos
por la espesa soledad.
que se acumula en mi alma,
vencida ya por la edad.
Veo enjambres de almas ciegas
vagando por las tinieblas,
y en la esquina de un recuerdo
corazones que palpitan
arrugados en silencio.
Y veo en mi agonizar;
desfiles de sueños cojos
camino del más allá.
Y puertas que se abren solas,
ante almas yertas de un frío,
que hasta mi voz enmudece,
y mi razón pierde el brío.
Sombras ocultas desgarran
retales de oscuridad,
recovecos de la mente
que nunca se alumbrarán,
eco de voces lejanas
que ya nadie escuchará,
sueños e ilusiones vanas
que nunca prosperarán.
Hay una mano enemiga
dando golpes en mi pecho,
la Muerte ¡cruel asesina!
se va acercando a mi lecho,
y siento dentro de mí
como el calor de una llama,
que consume mi vivir
llenando de pena el alma.
Veo una luz que titila
en un abismo sin fondo
y vuelve a mí la alegría,
mientras pienso que quizás
no lo haya perdido todo.
Mas va llegando la Muerte
por tétricos callejones
acompañada por perros,
que con sus fauces abiertas
le van ladrando a la luna
y ella sonríe cantando
el Tedeum de la agonía...
Y van pasando los años...
con su cruel melancolía.
Mercedes Bou Ibáñez