La muerte nunca se muere
presente sigue en la vida
jamás se da por vencida
y existe, perennemente.
La muerte jamás perece
y es una ley consabida.
¡Oh santa muerte homicida,
quién tu presencia no teme!
Nadie escapa de tu abrazo,
de tus manos y tu beso.
Y llegas tarde o temprano,
como un soplido del viento;
pero hay que seguir gozando,
pues todo llega a su tiempo.