omu

soplo de ángel

Marchó, dejando una estela inmortal,

que siempre recordaremos y nos ayudará.

 

Como un soplido,
Miguel y Gabriel
solemnes entraron.
Campanillearon sus alas,
con chispeante blancura
protegiendo.
De la mujer resguardaban,
en su profundo y eterno sueño,
ambos costados.


De visita; la salvación.
Uniformada con vapores dulcificados
y con humos caramelizando.
Impregna la estancia
con una luz compuesta
de luminosa pureza,
de una paz
hecha con muecas
de ingravidez serena.


La porción suya,
incluida ya en el espacio,
formando parte,
prosigue el camino; expirando.
Inmersa en la esencia indivisible
de ese aire desinchado
y armonioso de un suspiro.


Perdidos o dejados atrás
los bailes ambivalentes,
dejó de forcejear,
se debilitaron los aciertos,
los errores,
la anterior fortaleza.
La dama, está ahora
afianzada por un instante,
en la obertura de una nueva obra,
en la mansa hora
del interludio.
Bien hallada sea,
esté donde esté.