Sus hojas amarillentas
llenas de sabiduría
son como la luz del día
cuando van pasando lentas.
Y a las almas más sedientas,
les aplaca su sequía.
Quienes no le dan valía,
se les tacha de jumentas.
¿Quién será que, estando muerto,
nos regala sus saberes
con su corazón abierto?
¡Y al llegar atardeceres
y mirarlo con acierto,
te devuelve amaneceres!