SU EFECTO.
El sol se exponía a ser descubierto en su sudor nunca evidente, el viento corría el riesgo de ser visto por primera vez y última, la arena se sentía anenazada ante el color dorado de su piel y el mar se enfrentaba al libre peligro de dulcificarse enternamente.
Y era cierto:
La playa entera se rendía ante su efecto.
La playa entera se rendía ante su cuerpo.