OSCAR LUIS GUZMAN

MI PUEBLO ©

Un sol ardiente me alumbró por vez primera

Entre las nubes de Monte Albán y Ñundeui...

Enardeció mi frente y me dio el color canela.

Me cobijó una floresta, multicolor y florida

entre frescos manantiales.

 

Las gigantescas montañas,

guardianes de Ñudzavuiñuhu,              (Mixteca Alta)

centinelas del Anáhuac,

que se extienden portentosas

como acariciado al cielo

y forman El Nudo Mixteco,

me dieron mi primer beso

cuando miraba hacia el cielo…

 

En esa ara sagrada

en los llanos Ñundeui                       (Costa Mixteca)

mi madre con sus dos brazos desnudos

me elevó en sus oraciones

ofreciéndome a los dioses, que viven allá tan lejos....

En un cielo mudo y ciego...

Allá, donde escondidos moran....

los Dioses de la Mixteca y de Mitla.

 

Los guardianes de mi pueblo,

que igual que todos los dioses

son sordomudos y ciegos,

pues no escuchan los lamentos

de la empobrecida gente…

 

Y decían, aquellos hijos del sol,

que traían a un Dios perfecto,

lleno de luz, de amor y de gloria…

Que era el Dios de la esperanza,

del perdón y la abundancia…

 

Mas pronto nos dimos cuenta

que los únicos que gozan

de esa tan rara fortuna,

ciertamente, jamás fueron mis abuelos;

porque hasta el cuello les duele

de tanto rogar al cielo;

pues igualmente que los dioses del Anahuac

nos desconocen e ignoran

y nunca nos traen consuelo…

 

*

 

 

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